Animal Souls no es una banda común es una especie de laboratorio musical con base en Abbotsford, Canadá, liderado por Michael Fisher, bajista y productor que logra reunir a músicos talentosos para darle forma a una obra diversa.
"Moondancing" su segundo álbum de estudio, es una selección que resume bien lo que vienen trabajando desde hace tiempo con canciones con una base suave, de tempo medio, donde la melodía y el ambiente pesan más que cualquier despliegue técnico.
Las doce canciones van caminando con calma, algunas con voz y otras puramente instrumentales. La apertura con “May’s Song” marca el tono con guitarras con aire folk, una batería mínima, la voz suave de Ava Wolsynuk que entra sin apuro. Hay algo íntimo en la mezcla, como si todo estuviera ocurriendo en una habitación con la ventana abierta.
Más adelante, temas como “On My Way” o “The Kids” mantienen ese mismo clima, con la voz de Alison Cowie o Ava otra vez, acompañadas de arreglos que nunca buscan sobresalir, sino más bien sostener el mensaje.
Los instrumentales, como “Nine Lives” o “Final Parsec Problem Theory”, muestran otra cara del disco. Ahí la banda juega más con los espacios y las texturas, usando sintetizadores, percusión suave y bajos que marcan dirección sin imponerse. Dan la sensación de estar caminando por paisajes mentales, con tiempo para observar y respirar.
Uno de los momentos más redondos es “Soul Dance”, una canción que ya había salido antes, pero que acá suena más pulida. Tiene un ritmo sutil y envolvente que, sin ser bailable, invita a moverse un poco sin pensar demasiado.
Varias de estas canciones habían sido lanzadas como singles, pero al unirlas con los temas nuevos y los reversiones, el disco gana coherencia.
"Moondancing" es más bien uno de esos trabajos que se disfrutan cuando bajás la velocidad y dejás que los sonidos te envuelvan de a poco. Ideal para escuchar de noche o en un viaje largo.
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