Desde distintos estilos y ciudades, estos cuatro artistas comparten una visión propia y sincera de lo que significa crear, sentir y transmitir. Cada uno, con su sello personal, invita a un recorrido breve pero intenso por emociones, paisajes internos y búsquedas que nos interpelan.
Michellar – “LET'S GO MOVE AROUND”
Desde San Francisco, Michellar apuesta por una propuesta sensible y directa, donde cada canción es una extensión de su historia personal. En “LET'S GO MOVE AROUND”, nos ofrece un himno suave para dejar atrás el letargo emocional.
La instrumental, con toques acústicos y aire fresco, nos empuja a movernos, a reconectar con nuestro entorno. Con letras simples pero honestas, la canción logra generar un pequeño espacio de respiro. Destaca también la mezcla internacional del tema, que, aunque nació en un home studio, fue perfeccionada en Rumania.
Jean Poly – “Play”
El artista alemán Jean Poly lanza un mensaje potente en “Play”: *Ich drücke auf Play – alles Böse zerfällt zu Staub* ("Presiono Play – todo lo malo se convierte en polvo").
La canción, acompañada de un videoclip de estética urbana, mezcla electrónica con una lírica casi espiritual. El tema se siente como un acto de liberación. Presionar "play" no es solo un gesto técnico, sino un símbolo de comenzar de nuevo, destruir lo oscuro y permitir que la luz entre.
Will Francis – “Old Schoolin’”
Desde Carolina del Norte, Will Francis –también conocido como Dolla Bill– presenta una nueva versión de un viejo tema propio. “Old Schoolin’” mezcla nostalgia y potencia actual en una base hip hop vibrante.
Con influencias de Eminem y Kendrick Lamar, su estilo es claro: letras bien estructuradas, una voz profunda y una producción que busca la autenticidad por sobre el artificio. Su trayectoria como cantautor y productor independiente se nota en la madurez del track.
Ken Blege – “SO MUCH LOVE”
Con un enfoque más espiritual, Ken Blege nos recuerda la fuerza transformadora del amor divino. En “SO MUCH LOVE”, su voz se convierte en testimonio de fe, gratitud y esperanza.
El tema, de raíz cristiana, va más allá del género musical y se posiciona como una declaración emocional. A través de un mensaje claro y emotivo, Ken comparte su creencia en la redención como una forma de amor que todo lo sana.