
"Elevation" es un disco que no se apura. Desde el comienzo deja claro que Margot Zoé está buscando construir un recorrido emocional. Su primer álbum funciona como un viaje donde el jazz contemporáneo se cruza con la poesía, el silencio y una narrativa que me encanto. Todo gira alrededor de la idea de movimiento, de escape y de búsqueda, tomando como inspiración libre Watership Down, pero llevándolo a un plano más sensorial.
El álbum se abre con “Fu Inle”, una pieza breve que funciona como umbral. No intenta explicar nada, solo prepara el clima. A partir de ahí, “Hazel” aparece como uno de los primeros momentos fuertes, una canción amplia, paciente, donde la voz se mueve con calma sobre una base que respira. Hay una sensación de observación, como mirar un paisaje sin intervenir. “Blood” profundiza ese tono, con un desarrollo más extenso y una carga emocional más densa, sin volverse pesada. Todo fluye con naturalidad.

En “Where?” y “Promised Land”, Margot trabaja la idea de pregunta y destino. Son canciones que parecen caminar, avanzar sin tener del todo claro hacia dónde. La instrumentación acompaña ese gesto, sin sobresaltos, dejando espacio para que las melodías digan lo justo. “Black Rabbit”, más corta y directa, funciona como un punto de tensión dentro del disco, con un pulso distinto y una atmósfera más inquietante.
La parte final del álbum se vuelve más onírica. “O’Clock”, “Thethuthinnang”, “Nuit d’Or” y “Fiver’s Dream” refuerzan el costado narrativo y nocturno del proyecto, como escenas que se encadenan sin necesidad de explicación. Todo desemboca en “Elevation”, el cierre natural del disco. La canción crece de forma lenta y termina abriéndose, casi como una liberación física y emocional.
"Elevation" es un disco para escuchar, prestar atención y tiempo. Margot Zoé logra un debut honesto, sensible y coherente, donde cada canción suma a un relato mayor. Un álbum que deja una marca.